En el vídeo, varios jóvenes intentan enchufar dos conectores para activar un equipo de sonido. Tras el primer intento, con dos conectores de espiga, "macho y macho no sirven", dicen. Tras el segundo intento, con dos conectores tomacorrientes, "hembra y hembra, tampoco sirve". El tercer intento, con un conector de espiga y otro tomacorriente, hace la magia y se escucha la música.
Es el audiovisual que una congregación evangélica distribuye a través del Paquete, como parte de la campaña contra el Artículo 68 del Proyecto de Constitución, que redefiniría la concepción de matrimonio, abriendo la posibilidad de que ocurra entre personas del mismo sexo.
Gabriel es uno de los distribuidores del Paquete Semanal en la barriada de Los Sitios, Centro Habana, y es gay. Mientras atendía a una docena de clientes, relató que se había tomado el derecho, como dueño de su negocio, de excluir este tipo de contenido que consideró homofóbico.
"Ya no se trata de una campaña contra el matrimonio gay, sino contra la homosexualidad, que son dos cosas distintas", opinó Gabriel. "Una cosa es limitar el derecho al matrimonio y otra cosa es no querer la existencia misma de los homosexuales, lo que indica que las iglesias evangélicas están realizando una campaña homofóbica y anticonstitucional, y el Gobierno no actúa".
Aunque en La Habana han disminuido los carteles que en el pasado mes de julio inundaron varias calles con consignas como "Estoy a favor del diseño original", este nuevo escalón de insertar en el Paquete contenidos audiovisuales contra el matrimonio gay indica, más allá de la intolerancia, una libertad inusual que el Gobierno de la Isla no permite a ningún otro sector de la sociedad civil.
Por otra parte, las iglesias evangélicas han iniciado una recogida de firmas contra el cambio en la Constitución que permitiría el matrimonio homosexual. Esperan recoger 500.000.
Amelia Linares, joven gay licenciada en Historia, relató que en varias ocasiones ha sido requerida y multada por pegar carteles a favor de los derechos de los animales.
"No se permite fijar carteles en contra del maltrato animal, ni de personas desaparecidas, y mucho menos de campañas como la que se realiza contra el Decreto Ley 349. Sin embargo, no han tomado ninguna represalia contra la iglesia metodista, una de la más feroces contra el matrimonio gay".
"Así mismo sucede con el Paquete, donde los contenidos políticos están restringidos por los propios distribuidores", advirtió Linares, como han reconocido los responsables de esa selección de contenidos audiovisuales.
Un recorrido por media docena de congregaciones evangélicas de La Habana permitió corroborar que continúan utilizando a niños y adolescentes en la campaña que no pocos habaneros consideraron de extremista, y que podría propiciar —creen algunos— "hasta el odio entre cubanos".
Preguntada sobre si ha considerado que las consignas utilizadas por su congregación reflejan una actitud homofóbica, una feligresa de la iglesia evangélica pentecostal ubicada en la calle Juan Bruno Zayas, en La Víbora, comentó que la sociedad cubana "no debe caer en el desprestigio que otros gobiernos del mundo han permitido contra el sagrado mandato de Cristo nuestro señor".
"Esta permisividad del matrimonio homosexual podría quebrantar el Código Penal y a nosotros nos respaldan, además, las Sagradas Escrituras", agregó la feligresa refiriéndose al Título XI del Código Penal sobre "delitos contra el normal desarrollo de las relaciones sexuales y contra la familia, la infancia y la juventud".
Los carteles, que proliferaron también en otras provincias, como Santiago de Cuba, —"¡Defienda a su familia y a sus hijos! Diga No al homosexualismo"—, recibieron el rechazo de varios habaneros encuestados.
"Jamás había visto cosa igual en todos mis años de vida", dijo Victoria de Jesús López, extrabajadora de una empresa farmacéutica.
"La Revolución nunca permitió, ni a las iglesias ni a nadie, este tipo de propaganda, sin el consentimiento y aprobación del Partido [Comunista]. Urge que [Miguel] Díaz-Canel tome cartas en el asunto", afirmó De Jesús López, quien fue secretaria general del PCC en sus años de trabajadora.
Rolando es oficial de las Fuerzas Armadas (FAR) y cliente regular de Mundo Audiovisual, una de las redes de distribución del Paquete Semanal en el consejo popular Plaza. Aunque no aprueba el matrimonio entre personas del mismo sexo, cree que a ninguna iglesia se le debe permitir la realización de una campaña de ese tipo.
"Los cubanos nos oponemos a la contrarrevolución interna y nada más, y considero que la libertad de expresión debe ser para todos por igual. Del mismo modo que me opongo a que se distribuya propaganda contrarrevolucionaria en el Paquete, tampoco acepto que se incluya este tipo de cosas", criticó Rolando, que no quiso ofrecer opiniones respecto a qué postura asumen las FAR para los militares con orientación sexual distinta a la heterosexual.
"La iglesia evangélica sí puede hacer propaganda, pero nosotros no", dijo Hernán, joven activista de la comunidad LGTBI en La Habana.
"A menos que sea con el consentimiento del CENESEX [Centro Nacional de Educación Sexual], la comunidad LGTBI no puede hacer ninguna campaña sin acarrear consecuencias legales. Sería muy bueno preguntar a la propia Mariela Castro qué nos sucedería a quienes hacemos activismo fuera de la institución que dirige, si comenzamos a pegar carteles con consignas que pidan respeto a nuestros derechos", cuestionó Hernán, en referencia a que el CENESEX no se ha pronunciado públicamente sobre el activismo de las iglesias evangélicas contra el matrimonio gay.
Más allá de la campaña y sus críticos, las opiniones de muchos habaneros dejan ver los prejuicios que aún existen en la sociedad.
Liliana Santos Álvarez es católica y vecina de La Víbora. Cree que el derecho al matrimonio entre dos personas del mismo sexo debe ser abordado desde una perspectiva social y desde la comunidad.
Aunque tiene reservas respecto al matrimonio gay —la Iglesia Católica también se ha pronunciado en contra—, consideró que ese no es el aspecto más importante, sino que lo es la adopción de niños dentro de esas uniones.
"Mi preocupación, llegado el caso, es si un matrimonio de personas del mismo sexo respetaría a esos niños o niñas en la elección de su orientación sexual futura y, por otro lado, habría que modificar el sistema de enseñanza en las escuelas porque estamos hablando de una transformación profunda de la sociedad cubana, que es machista y patriarcal", dijo.