El recién publicado Proyecto de Constitución de la República de Cuba cuenta en su primera página con un par de significativas nuevas inclusiones. El "Preámbulo" del documento menciona a Fidel Castro como ideario y ejemplo que guía los ciudadanos cubanos. Lo junta a José Martí del mismo modo que lograron juntarlos a ambos en Santa Ifigenia: por contigüidad a la cañona.
La otra inclusión significativa es la de la "traición a la patria". En su artículo tercero, el Proyecto de Constitución reza: "La traición a la patria es el más grave de los crímenes, quien la comete está sujeto a las más severas sanciones". Y un párrafo antes queda claro que es de la "patria socialista" de la que se habla. Es decir: el más grave de los crímenes sería traicionar al régimen castrista, levantarse en su contra y procurar su final.
La figura de traición a la patria es siempre enarbolada en circunstancias bélicas. Llama, por tanto, la atención que sea ahora, rebasadas tantas décadas de tensiones que habrían puesto en peligro la existencia del régimen, que se comience a tener en cuenta el riesgo de las traiciones dentro de la Constitución. ¿Qué podría ocurrir en lo adelante que exija anunciar "las más severas sanciones" contra posibles traidores?
La respuesta está en los nuevos miedos del régimen. Fidel Castro es ya una momia ideológica, su hermano y sucesor en el poder se muestra dispuesto a abandonar en tres años el cargo de primer secretario del partido único, y se hace necesario el blindaje contra las traiciones que cundirán. Ahora que van desapareciendo por muerte o por jubilación los "dirigentes históricos de la Revolución", es como si se recrudeciera la guerra, y la política de plaza sitiada inaugurada en enero de 1959 se acrecienta todavía más.
No es casualidad que, junto al Proyecto de Constitución, haya sido impuesto recientemente el Decreto 349/2018, que busca amordazar más la actividad artística, y contra el cual un grupo de creadores independientes ha comenzado a protestar dentro de la Isla.
El régimen existente en Cuba, castrista por dictado constitucional aun cuando no lo rija un dictador de ese apellido, toma nuevas medidas para asegurar su pervivencia. Ha tenido que lidiar con protestas y acciones populares en Venezuela, sigue con atención lo que ocurre en las calles de Nicaragua, y se apertrecha para cualquier eventualidad dentro de Cuba. Cuenta con nuevos miedos y, en tanto dictadura, conoce que el único modo de bregar con esos miedos es imponiéndole nuevas amenazas y coacciones a los ciudadanos a nombre de quienes supuestamente habla el Proyecto de Constitución de la República de Cuba.