Sin sorpresas, Miguel Díaz-Canel se convirtió este jueves en el primer cubano sin apellido Castro en ocupar la silla del presidente de los Consejos de Estado y de Ministros en la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Por primera vez también, Raúl Castro se sentó parte de la sesión en una silla de diputado raso, aunque en primera fila, junto a su segundo en el liderazgo del Partido Comunista, José Ramón Machado Ventura.
Para ocupar el cargo, Díaz-Canel recibió 603 votos de 604 posibles, el equivalente al 99,83% de la Asamblea Nacional, según informó la dirección del órgano legislativo que nunca ha desaprobado una propuesta del régimen.
El nuevo presidente de los Consejos de Estado y de Ministros dedicó su "primer pensamiento" a la llamada "generación histórica" y su primer discurso a garantizar la continuidad del régimen. Asimismo, confirmó el tutelaje de Raúl Castro en el período que se inicia.
Antes se escenificó un singular "traspaso de poder". El "reelecto" presidente de la Asamblea Nacional, Esteban Lazo, llamó a Raúl Castro a la presidencia y después a Díaz-Canel, quien abrazó al general. Este alzó el brazo izquierdo de quien fue hasta este jueves su primer vicepresidente, y luego se retiró a su silla de diputado.
Ni Raúl Castro ni Machado Ventura ocupan cargos en el nuevo Consejo de Estado.
Al iniciar su intervención, Díaz-Canel propuso que su primer vicepresidente, Salvador Valdés Mesa, tenga esa misma responsabilidad en el Consejo de Ministros. Además, pidió posponer para la próxima sesión de la Asamblea Nacional —que debe celebrarse en julio— las propuestas para la composición de ese órgano. Ambas peticiones fueron aprobadas, a mano alzada, por unanimidad.
"Conozco de las preocupaciones y las expectativas de un momento como este, pero sé de la fuerza y sabiduría del pueblo, el liderazgo del Partido, las ideas de Fidel, la presencia de Raúl y (José Ramón) Machado, y conociendo el sentir popular, le afirmo a esta Asamblea que el compañero Raúl encabezará las decisiones para el presente y futuro de la nación", admitió Díaz-Canel en su discurso.
"Entre muchas razones, el mandato dado por el pueblo a esta legislatura es la de dar continuidad a la Revolución cubana en un momento histórico crucial", añadió. "Esta legislatura defenderá la Revolución y continuará el perfeccionamiento del socialismo", aseguró.
"Aquí no hay espacio para una transición que desconozca o destruya la obra de la Revolución", advirtió.
Reconoció que el país debe modernizar su economía, pero insistió en que esto se hará sin torcer la línea del castrismo.
"Afuera hay un mundo que nos mira con más interrogantes que certezas. Por demasiado tiempo y de las peores maneras ha recibido el mensaje equivocado de que la Revolución termina con sus guerrilleros", dijo.
"Raúl se mantiene al frente de la vanguardia política. Él sigue siendo nuestro primer secretario (del PCC), como el referente que es para la causa revolucionaria, enseñando y siempre presto a enfrentar al imperialismo, como el primero, con su fusil a la hora del combate", afirmó.
Sobre el Gobierno que encabezará, dijo que debe continuar "actuando, creando y trabajando sin descanso, en vínculo permanente con su gente noble".
En cuanto a la política exterior, aseguró que "se mantendrá inalterable" y que su Gobierno "no aceptará condicionamientos".