Los últimos meses del Gobierno de Raúl Castro transcurren en tono menor. A principios de año, el general pasó revista a su tropa difunta en el Tercer Frente. Este 24 de febrero, exhaustos de honores, tres edecanes ―José Ramón, Ramiro y Guillermo― recibieron la condecoración que faltaba. Nada les añade otro galardón heroico, salvo el gesto del gobernante que debió irse aquel día y se quedó un par de meses, su palmada de amigo. Estos guiños prolongan la despedida en el denigrado Capitolio de La Habana y le rebajan nostalgia a una gira sentimental.
En esta marcha lenta, las únicas paradas de intención práctica, fueron las industrias militares. Ir allí es pedagógico, no simbólico. Por ejércitos que añore, no parece que el general disfrute por mucho rato la contemplación de un obús. De militar apenas quedan en las fábricas el mando y la posesión. A Raúl Castro, a sus colegas y sucesores, les devuelven la salud estos reductos de eficiencia.
La empresa de Camagüey, por ejemplo, produce tejas metálicas, muebles de oficina, vajillas, envases y embalajes, ferretería industrial, camas y colchones, candados y cerraduras. Siempre en pares complementarios. El general, sin vacilar, la calificó de joya y añadió que tiene capacidad para dar más.
A la empresa santiaguera llegó al regreso del mausoleo en el Tercer Frente, donde pasó revista a su tropa difunta. Ahí construyen medios de transporte, implementos agrícolas y, otra vez, muebles para el hogar, puertas de aluminio, productos de aseo. Tras las evocadoras tumbas, Raúl Castro recordó a los militares al mando que "hay reservas sin explotar en la economía cubana".
El tour empresarial había empezado en enero. Para febrero, el general se fue a revisar los emporios militares de La Habana y Mayabeque acompañado por Machado Ventura y Díaz-Canel, además de los ministros de las Fuerzas Armadas, Economía e Interior.
La Empresa Industrial Militar Granma, visitada ahora, fabrica útiles del hogar, puertas metálicas, elementos para pisos. Incluso repara locomotoras, como cualquier taller de la Unión de Ferrocarriles de Cuba. La Grito de Baire, también habanera, produce equipos médicos y más artículos de limpieza. Las lámparas LED que fabrican los empresarios militares mayabequenses se le presentaron a Raúl como una metáfora luminosa.
La Unión de la Industria Militar es un holding más antiguo y menos esotérico que el célebre Grupo de Administración Empresarial S.A. (GAESA). También figura entre las entidades que el Departamento de Estado de EEUU decidió restringir a partir de noviembre por su conexión militar y sus "desproporcionados beneficios a expensas del pueblo o de la iniciativa privada en Cuba".
Mientras GAESA controla los servicios, en particular relacionados con el turismo y el comercio minorista, la Unión de la Industria Militar encarna el único modelo fabril eficiente entre tantas bancarrotas tecnológicas y administrativas. Al respecto, un sitio gubernamental afirma que "marcha a la vanguardia en la introducción y aplicación de las técnicas de gestión empresarial más avanzadas".
El consorcio, con entidades dispersas por todo el país, siempre tuvo capacidades de producción superiores a la demanda de armas. A fines de la década de 1970, declara la misma web, se redujeron las tropas y aparecieron más oportunidades para "satisfacer requerimientos de la economía nacional".
El denominado "Periodo Especial" selló la vocación versátil de estas fábricas y su carácter de "fuente adicional de ingresos que disminuye el impacto de los gastos de la defensa para el país".
Con un aura menos masónica que GAESA, las industrias militares encarnan el ideal de "empresa estatal socialista" que el Gobierno enfrentó al sector privado en la Asamblea Nacional a mediados de 2017, durante un verdadero anticlímax del proceso de reformas económicas.
Pocas semanas después vino el cierre "temporal" de las licencias para el trabajo por cuenta propia que servían para fundar en la práctica una pequeña empresa.
Hasta aquí lo más sentimental de esta parte de la gira.
La inspección de las industrias militares va siendo tan amplia como la dimensión de este consorcio en la economía cubana. El general, apremiado, explica a los civiles del séquito que así se administra mejor, con charreteras.