De manera paralela a la tímida apertura de internet en Cuba, se abre paso una pequeña e incipiente comunidad de "youtubers", una generación de milenials que comparte su vida con humor en la red en medio de las dificultades de conexión en la Isla, donde llegan, sin embargo, a un público cada vez más numeroso.
Kevin, José y Anel, tres amigos de 18 años, crearon hace un año "Palanganeando", un proyecto audiovisual en el que aportan una dosis de humor cubano, diversión e irreverencia a la red con "sketches", parodias, entrevistas y monólogos.
"Hicimos un vídeo hace un año de broma que alcanzó una gran distribución, que se nos fue de las manos. La gente nos saludaba por la calle y nos pedía una segunda parte. Entonces pensamos seguir con eso un poco más en serio", contó Kevin a EFE.
Curiosamente se convirtieron en una suerte de "youtubers" sin tener cuenta en esa red social para compartir vídeos, ya que sus primeros montajes se divulgaron por "El Paquete", un sistema de distribución de contenidos "offline" en memorias digitales que funciona en la Isla desde hace años ante la ausencia de internet.
En Cuba la conexión en los hogares no está extendida y la mayoría de los cubanos navega en alguna de las casi 1.000 zonas wifi públicas que se empezaron a habilitar hace dos años, aunque el dólar y medio que cuesta la hora de internet está al alcance de pocos.
"El Paquete" abrió las puertas a los chicos de "Palanganeando" al público de todas las provincias, donde acumulan seguidores. Solo desde hace un par de meses tienen cuenta en YouTube, donde ya tienen una audiencia internacional que les escribe desde España, Argentina, EEUU o Francia.
"Si hay un 'youtuber' español como el Rubius, que todo el mundo conoce, o Germán en Chile, ¿por qué no puede haber 'youtubers' cubanos? Vamos a contracorriente, pero se puede hacer", explica Kevin.
Su popularidad entre los milenials de la Isla ha hecho que el portal independiente de noticias "El Toque" cuente con ellos para abordar, en tono fresco y desenfadado, temas sociales como el servicio militar, el ocio juvenil o las modas, vídeos que sobrepasan las 500 visualizaciones.
La productora Black Box y la agencia de publicidad High Vista se ocupan de promocionar los trabajos de estos chicos, que ya incluso han sido contratados para hacer de maestros de ceremonias en eventos y que esperan poder dedicarse profesionalmente a ser "youtubers".
Con más de 400 seguidores en su canal de YouTube, Alex Deben, de 18 años, lleva un año publicando semanalmente sus monólogos (editados con efectos especiales y música), en los que disecciona con humor la idiosincrasia de los cubanos con temas como el problema del transporte público o el comportamiento en un hotel.
"Uno nunca sabe lo que va a gustar. Nadie sube un vídeo con la certeza de que va a ser viral. La magia de YouTube es que no hay un código y hay público para todos los gustos", afirma Deben, que espera que internet se siga abriendo en Cuba, el principal anhelo de la generación millenial de la Isla.
Su vídeo con más visitas, más de 1.000, es uno en el que habla justamente del incipiente movimiento de "youtubers" cubanos, que en estos momentos no supera la decena, y selecciona a sus favoritos.
"Ser 'youtuber' no es fácil en Cuba. A veces puedes estar dos horas para subir un vídeo de cinco minutos, pero lo hacemos porque nos gusta", asegura Deben, que se graba él mismo en su casa con una cámara profesional que le regaló su madre.
Con fines más promocionales, la bailarina profesional Lia Rodríguez se abrió hace un par de meses su canal de YouTube, en el que comparte su día a día, sus ensayos, sus restaurantes de La Habana preferidos o da consejos de belleza.
"La idea de hacerme 'youtuber' partió de mi intención de separarme de compañías de danza para las que he trabajado toda mi vida y desarrollar mi carrera en solitario. Una forma de darme a conocer y promocionar mi trabajo", explica Rodríguez, conocida en la red como "The Cuban Insider".
Su coreografía por las calles de La Habana de una versión salsera del éxito Uptown Funk de Bruno Mars logró más de 6.000 visionados en solo dos semanas, una cifra que muestra el efecto multiplicador de las redes sociales, que permiten que gente de todo el mundo conozca su trabajo sin necesidad de salir de Cuba.
"La ventaja es que yo cuento en mis vídeos con un lenguaje universal, que es la danza, que todo el mundo entiende y le gusta", asevera.
Consciente de que Cuba está de moda, su canal de YouTube pretende ser una ventana a la otrora "isla prohibida", en la que muestra los entresijos de la interesante escena artística cubana y entra en contacto con artistas de otros países.