La prensa oficial ha informado hace unos días de una brusca disminución de la natalidad en 2016 en relación con los dos años anteriores. Según tal información, en 2014 nacieron 122.643 niños; en 2015, 125.064 (2.421 más) y en 2016 nacieron 116.872, es decir 5.771 menos que en 2014 y 8.192 menos que en el año anterior. De manera que en 2016 hubo una disminución severa de la natalidad.
El diario Juventud Rebelde reconoce que entre las causas de la disminución de la natalidad en Cuba están la emigración y la necesidad de viviendas, señaladas por especialistas, aunque tradicionalmente la propaganda del Gobierno achaca el fenómeno a las necesidades de la vida moderna, a la independencia ganada por la mujer con "la revolución", a las afectaciones generadas por el "bloqueo imperialista" y la Ley de Ajuste Cubano.
El órgano de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) no se pregunta a qué se deben la emigración de posibles madres ni cuáles son las causas de la baja producción de viviendas. De estas cuestiones fundamentales nada aparece en el diario.
Y es que esta disminución de la natalidad, tiene —por detrás— causas políticas indirectas que son las que la están determinando y que yacen en el fondo de toda la problemática demográfica de Cuba. Algo que, desde luego, no podemos esperar que analice un diario como Juventud Rebelde.
No hay viviendas, no porque no haya cemento, cabillas ni mano de obra preparada. No hay viviendas porque el Gobierno central, todo poseedor y todo decisor, en los años 90 y primeros de principio de siglo dedicó la mayor cantidad de recursos y medios de la construcción a fabricar túneles y obras militares; paró, hasta eliminar, el movimiento de microbrigadas de los centros de trabajo y posteriormente todo el esfuerzo constructivo ha sido puesto en el turismo, en la fabricación de hoteles y accesos a los mismos.
Un Gobierno, un grupo de burócratas, que todo lo posee y que todo lo decide, creído él la "revolución y el socialismo", interesado en eternizarse en el poder donde lleva ya más de medio siglo, lógicamente pone sus necesidades de supervivencia, por encima de los intereses de la población.
La construcción de viviendas disminuyó de un plan de 100.000 en los años 80 del siglo pasado, a 25.000 en 2014, mientras las necesidades seguían creciendo y se hacía énfasis en la construcción por esfuerzo propio, en un país donde la población ha sido empobrecida, por las políticas de expropiación y estatalizacion de la economía, que poco han cambiado con los intentos reformistas de los últimos años.
Ha sido por tanto un problema relacionado con la política de construcción, la cual es determinada por una burocracia interesada en "prepararse" para una gran agresión "imperialista" que nunca llega, pero sirve para culpar de todo al enemigo externo y mantener entretenida a la población para que no pueda pensar en las causas reales de su situación y que, luego, se enfrasca en un ambicioso plan constructivo y de reparación de hoteles e instalaciones para conseguir altos dividendos para sí, antes que brindar soluciones a ese grave problema de la población.
En cualquier país "normal" de mediano a alto desarrollo en Occidente, mundo al que Cuba pertenece, donde no sea el Estado el gran dueño y decisor de la vidas y haciendas, la construcción de viviendas depende de otros factores. El capital en manos de la población se invierte según las leyes de la oferta y la demanda, donde además hay demanda solvente por los buenos salarios y los muchos negocios privados que existen. Mientras que el Estado adelanta políticas para estimular construcciones de diversos costos al alcance de todos.
En otros países las posibilidades de construcción no dependen del Estado, que también invierte en distintas formas, pero hay muchas maneras de organización de la construcción para favorecer amplios sectores de la población, desde las empresas que fabrican viviendas de diverso costo, pasando por las cooperativas de construcción, facilidades de sindicatos y empresas a sus trabajadores, empresas comunales, préstamos bancarios, etc. Todo lo cual no quiere decir que todas las necesidades de vivienda estén resueltas, pero sí los de la gran mayoría de la población.
El tema migratorio es más claro. Aunque se pretenda culpar al "enemigo" y a la Ley de Ajuste Cubano, la gente se va de Cuba por necesidades económicas creadas por el sistema estatal-asalariado centralizado, incapaz de resolver las necesidades de la población. Se marchan en busca de opciones de vida y, sobre de todo, de libertad, ante la opresión a la que está sometido el individuo en Cuba. Todo esto tiene una connotación política. La gente se va en ultima instancia porque no puede vivir en el sistema totalitario del llamado socialismo estatal.
Estas verdades no puede reconocerlas un diario como Juventud Rebelde. Nos toca a los críticos del sistema, a los disidentes y opositores ponerlas de relieve y señalar claramente que la solución a estos problemas está en el cambio de modelo arbitrario impuesto en Cuba en nombre del socialismo, hacia una sociedad democrática, libre de imposiciones y prejuicios contra el mercado, donde todos los cubanos de dentro y de fuera puedan aportar sus capitales, conocimientos, experiencias y destrezas, y organizarse como lo estimen libremente para producir y vivir en paz, con justicia y dignidad.