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Agricultura

Es un 'problema político': El PCC desmonta una protesta de campesinos contra Cubatabaco

Por una mancha que ha afectado las hojas, la empresa estatal paga precios abusivos que no cubren la inversión de los productores.

Holguín

El conflicto entre la estatal Cubatabaco y los productores de Mayarí, Holguín, continúa. Como soy veguero, formo parte de la controversia. Por suerte, también hago periodismo alternativo y puedo dar a conocer esta injusticia.

Gracias a una mancha misteriosa (bautizada como "pintadilla") que aparece desde hace un año en las hojas de las plantas y ha causado grandes estragos en la producción de capas, hemos detectado un gran abuso en el precio que paga el Gobierno por el tabaco de tercera, que solo da tripa y capotes, los otros dos ingredientes de los puros y los cigarros.

Normalmente los campesinos nos esforzamos y obtenemos poco tabaco considerado de tercera. Hasta que apareció la pintadilla, ni siquiera notábamos el injusto precio que tenía ese producto, que aun siendo el de menos calidad, da pingües ganancias y es totalmente útil en la industria.

Resulta que el costo de producción de un quintal de tabaco es 850 pesos y el precio al que se paga el de tercera es de solo 292 pesos. Algo absurdo pues es alrededor de un tercio de lo que cuesta conseguirlo.

Es claramente un abuso. El campesino tiene que perder dos tercios de lo que invierte como parte de una supuesta política para estimular la producción de capas de exportación, y el Estado coge ese quintal de tabaco de tercera, ese mismo que deprecia, y fabrica 5.000 cajas de cigarro, que luego vende al pueblo a siete pesos, con lo que gana 35.000 pesos. Aun así las autoridades se niegan a pagar un precio de 1.500 pesos, que le dé una ganancia justa al campesino, y con el cual el Gobierno continuaría teniendo ganancias astronómicas del 2.000%.

Después de varios intentos fallidos por ser escuchados en nuestras reclamaciones, logramos una reunión. Es de señalar que no estuvo presente el director de la empresa Cubatabaco, quien envió en su lugar a varios funcionarios, incluso llevaron a dos especialistas de calidad de la dirección provincial.

Como es costumbre, no vinieron a Mayarí a escuchar a los campesinos en sus insatisfacciones para detectar cualquier falla de la empresa y luego canalizar su posible solución, de ser realmente una injusticia. Se personaron con un solo objetivo: explicarnos cómo funciona la compra y repetir que ese precio, que hasta un ciego ve que es injusto, "es el que es"; que ellos "cumplen con lo establecido por el nivel superior", y que "los especialistas a nivel nacional lo determinaron así porque con seguridad ellos son los que saben y tienen los elementos para hacerlo".

Por supuesto que la protesta y la inconformidad fueron masivas, desnudando la injusticia punto por punto y rebatiendo argumentos banales que intentaban camuflar el abuso del monopolio estatal.

Los enviados de Cubatabaco dijeron entender nuestra posición, pero afirmaron que ellos no podían resolver el problema, pues es "competencia del nivel central". Se comprometieron a elevar hasta esas instancias nuestra problemática, mientras nosotros acordamos por unanimidad que la cooperativa no vendería tabaco mientras no se resolviera el problema del precio injusto. La presidenta del Consejo Popular nos apoyó enérgicamente.

"Es una huelga"

¿Qué pasó en los días siguientes? Lo esperado. Todo el entusiasmo y la comprensión terminó cuando el Partido Comunista comenzó a presionar con el clásico cliché del "problema político".

La presidenta de la cooperativa fue regañada por el PCC y el delegado de la Agricultura. Le ordenaron no detener la entrega de tabaco porque "la economía nacional no puede esperar" y, si se detiene, "desde el punto de vista político es una huelga", le dijeron. Además, le prometieron una solución satisfactoria de forma retroactiva.

Otro método que utilizaron fue el de "divide y vencerás". Visitaron a los campesinos sin afectaciones y les dijeron que debían entregar ellos, ya que no eran parte del problema, apelando a la necesidad que tienen de recibir rápidamente su pago. Ahora, una vez hechas las entregas, nada se resuelve y dicen abiertamente que las cosas serán como siempre.

En mi caso, entre el tabaco que tuvo la mancha y el que la tuvo menos, me promedió a 900 pesos el quintal, ¡una miseria! Cuando entre la cooperativa y el fisco me descuenten el 8%, solo me quedará recoger la inversión que hice (850 pesos por quintal). Cero ganancias, luego de seis meses trabajando sin parar, estresadísimo porque es un cultivo intensivo y muy delicado, y arriesgando mi inversión.

Ahora, ¿cómo resuelvo mis problemas y mantengo mi familia? Al Gobierno no le importa. A mi lado otro campesino vendió 30 quintales y solo cuatro se lo pagaron a 1.390 pesos; el resto, a 292 pesos. Salió incluso peor que yo y debe mucho más al banco, que será implacable.

"No sé qué voy a hacer, debo más de 30.000 pesos de casas de cura. Este tabaco lo cuidé excelentemente, sin embargo está manchado; pero lo peor es que le sacarán lo mismo que si estuviera sin manchas y me lo pagan como basura", dijo.

Así sucede con decenas de campesinos y todo el mundo es consciente de la injusticia. Sin embargo, es ilegal protestar y reclamar al Estado por nuestros derechos.

Al parecer, asumen que esta sociedad es la más justa posible y no "necesita" mecanismos para canalizar y subsanar las fallas y abusos. Es casi un chiste, porque no solo es un hecho que no existe sociedad perfecta, también lo es que bajo la Revolución se han cometido los mayores errores de nuestra historia, que aún cobijan grandes atropellos.

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