El Gobierno de Cuba ha rechazado ofrecimientos de ayuda desde los Estados Unidos para apoyar las labores de reconstrucción de las zonas arrasadas por el huracán Mathew, lo cual según recoge The Telegraph, es una señal de que la relación entre los enemigos de la Guerra Fría sigue siendo frustrantemente helada.
Varias organizaciones benéficas en Estados Unidos han asegurado que La Habana se niega a dejarlos volar con ayuda, mientras que el Departamento para la Ayuda Internacional al Desarrollo (USAID, sus siglas en inglés), dijo a The Sunday Telegraph que no han enviado ninguna ayuda a la Isla, a pesar de que sí han enviado millones de dólares en asistencia a otros países afectados por el meteoro.
La publicación británica recuerda que tras la histórica visita en marzo del presidente Barack Obama, Fidel Castro marcó el tono al señalar: "No necesitamos que el imperio nos dé nada".
En tal sentido, un portavoz de la USAID señaló que "no han recibido una solicitud del Gobierno de Cuba para recibir asistencia".
El huracán Matthew devastó zonas del Caribe, destruyendo casas y cultivos, carreteras, arrancando líneas eléctricas. Casi 1.000 personas murieron o resultaron heridas en Haití —el país más afectado— y 1.400.000 quedaron con necesidades de ayuda.
Cuba no registró ninguna muerte, pero la ciudad más antigua del país, Baracoa, fue arrasada.
La publicación destaca la labor de las autoridades cubanas y la Defensa de Civil para evitar las pérdidas de vida humanas. También recuerda la fuerza de la naturaleza. Vientos de 230 kilómetros por hora y olas de hasta cinco metros de altura golpearon el 90 % de los edificios de la ciudad, provocaron severos daños en las estructuras y dejaron las calles llenas de escombros.
Sin embargo, equipos de asistencia de Baltimore y Miami se han visto imposibilitados de entrar al país para ayudar.
"El problema es que el Gobierno cubano no está permitiendo que entre la ayuda de emergencia proveniente de los Estados Unidos", según dijo el reverendo José Espino, un cura en Miami responsable de coordinar los esfuerzos de ayuda de la Arquidiócesis de la ciudad.
Precisó que donaciones de comida enlatada, arroz y frijoles han sido enviadas a Haití, pero ninguno de estos recursos han salido para Cuba, a pesar de que la iglesia ofrece el uso de un avión 727 para trasladar los alimentos.
Los Servicios Católicos de Baltimore contaron una situación similar en sus intentos de llegar con asistencia a la Isla.
Querían llevar a cabo la misma experiencia que tuvieron en Haití, adonde llegaron antes de la tormenta, e inmediatamente después del paso comenzaron la distribución de suministros pre-posicionados. Según The Telegraph no pudieron concretarlo antes ni después en la Isla.
Ahora se enfocan, como única opción, en proporcionar fondos a Cáritas Cuba, la misión de ayuda católica en la Isla, para que pueda comprar suministros en el país, donde las opciones no son muchas.
La decisión de La Habana muestra cómo, a pesar del restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Washington en diciembre de 2014, los dos gobiernos aún tienen un largo camino por recorrer.
El Gobierno cubano ha permitido la ayuda de otros países, sin embargo.
Japón ha donado un cargamento con tiendas de campaña, rollos de cables, purificadores de agua y otros suministros de socorro.
Venezuela ha enviado transformadores eléctricos, camiones, hormigoneras y materiales para la construcción de viviendas, y se espera que otros dos barcos más cargados lleguen a la Isla, a pesar de los graves problemas económicos que padece el aliado de La Habana en su propia casa.
El Programa Mundial de Alimentos también está ayudando. Ha indicado que planea distribuir alimentos a 180.000 personas en coordinación con el Gobierno cubano en los próximos seis meses.