Un reportaje del Noticiero Nacional de Televisión sobre la "reinaugurada" fábrica de yogurt Paraíso ha suscitado polémica entre los consumidores del producto, quienes se cuestionan el porcentaje que las tiendas imponen al precio original.
El pote de 1,5 litros de yogurt Paraíso, popularmente conocido como "el yogurt de Labiofam", se oferta en la tiendas Caracol a 4.40 CUC (pesos convertibles) y, el precio de costo, según la fuente oficialista NTV, es de 2.60 CUC. Las demás ofertas que se televisaron nunca han estado en el mercado nacional.
"Fue como aterrizar", dice Yenisey, una madre del Vedado quien se supone que tenga mayor poder adquisitivo por la zona de residencia y el modo de vestir. "Una cosa es que te digan que los precios en Cuba tienen un 200% aplicado, y otra es que en el noticiero te lo digan como si los que aumentaran los precios fueran los extraterrestres".
Pese a que el dato fue proporcionado por la fuente oficialista, la información fue dada de modo ambiguo, enrevesado. Tanto que al día siguiente quienes lo vieron se preguntaba qué habían querido decir exactamente.
Una cliente del mercado de la cadena Caracol de 23 y 12, a la que le parece "excesivamente caro el yogurt de Labiofam", creyó escuchar que le rebajarían el precio.
"¿A cómo dijeron que lo rebajarían? Oye, hay que bajarlo cantidad. Es verdad que es riquísimo, pero uno lo compra por necesidad, para los niños de la casa, porque el que venden para ellos es un 'aguaeculo' y no hay quien se lo tome".
"Por cierto —añade— ¿y por qué no invirtieron en la fábrica de yogurt de soya, ese que le toca a todos y que cada vez que sale en el mismo noticiero es para decir que enmendaron alguna maquinaria, aunque igual sigue perdido?".
Los administradores, gerentes y directores comerciales de las cadenas de tiendas consultados, afirman que ellos solo siguen órdenes. Aseguran que aunque lo aplican, no entienden las razones por las que a los productos cubanos haya que aumentarles tanto los precios.
"Tenemos la ficha de costo, pero no depende de nosotros los precios que ponemos, creo que eso lo sabe todo el mundo, pero seguimos siendo los que tenemos que dar la cara", dice un comercial de tienda en divisa que, pese a la indignación, rechaza dar su nombre porque no quiere "pagar los platos rotos de otros".
"Porque en la vida real, si ellos te cogen poniéndole un centavos al producto te acusan hasta de contrarrevolucionario, te escachan", afirma.
Daysi, una ingeniera industrial que alguna vez trabajó como comercial en Carlos III, habla de los precios y los porcientos: "Lo que está estipulado es que suban el 160% del precio de costo. Mientras que en otros países es solo el 60 o el 70%, aquí es casi el doble. Y ahora estamos bien. Hubo un tiempo que era el 220%".
La otra oferta que tienen algunos a mano es el yogurt que se vende en la calle, hecho en por particulares. La oferta es de 1,5 litros o un "pepino" por 25 pesos cubanos.
Se compra el yogurt y se entrega un pomo vacío para garantizar que el proveedor no se quede sin envase y pueda regresar pronto.
Alberto, hace muchos años fue marinero y hace siete vende yogurt en Alamar. Tiene una clientela fija y hasta el momento no les ha fallado, pero tiene que esquivar la persecución policial.
"No te creas que es fácil, si te coge un inspector o un policía y solo quiere que le des yogurt sales en coche, pero si les da por hacerse los honestos te buscas una multa o una prisión fácil", comenta.
A él se suman muchos otros que a partir de las 6:00 o 7:00 de la noche comienzan a pregonar entre los edificios de Alamar "yogurt natural" o "yogurt de fresa", según el proveedor.
La desventaja de esta opción es que, como casi todas las fábricas son clandestinas, no tienen control de calidad y no siempre sus productores se aseguran de tener todas la condiciones de higiene que requiere la elaboración. Ya se han dado varios casos de enfermedad diarreica aguda provocada por envases sucios o por mala manipulación.
La única garantía que se tiene es que el cliente cuando compre entregue un pomo limpio.
"Pero ni te creas, ellos padecen la misma enfermedad del Gobierno cubano, empiezan muy bien y terminan vendiéndote cualquier cosa por yogurt o uno bien malo. Por eso yo dejé de comprarlo", cuenta Hilda, quien dice haber sido durante años consumidora de yogurt casero.
Algunos vecinos creen que la opción no puede ser eliminar o perseguir a los vendedores particulares.
"Pese al riesgo que corremos, ellos resuelven un problema que el Gobierno ya tiene más que demostrado que no puede resolver, y que a lo mejor ni le interesa resolver. Lo ideal sería que el yogurt de Labiofam no costara tanto y que los vendedores de yogurt estuvieran legalizados, pero eso es mucho pedir", sentencia Iris, quien sí compra yogurt porque lo necesita y porque le gusta.