Mañana La Habana será reconocida oficialmente como Ciudad Maravilla. Para ello, se inaugurará en la explanada del Castillo de San Salvador de la Punta el monumento que la fundación suiza New7Wonders ha concebido con fines acreditativos, junto a una tarja que muestra la ilustre condición.
Para la mayoría de los habaneros y para muchos cubanos, este reconocimiento resulta inmerecido y hasta irónico, debido al estado de deterioro que presenta la ciudad. Es verdad que esta selección es de poco rigor y tiene más bien un carácter festivo, pues se realiza con votos digitales de todo el mundo, inclusive de personas que jamás han estado en ella y solo la conocen por la historia o la propaganda turística, más los SMS y correos electrónicos de la Isla.
La Habana es una ciudad en ruinas, con centenares de edificaciones apuntaladas y en proceso de desplome. El promedio de derrumbes es de tres edificaciones diarias, ya que se producen más de 900 cada año. Posee una población albergada o necesitada de albergue, en instalaciones precarias y sin condiciones para ello, equivalente a todos los habitantes de la ciudad de Matanzas. Esa población se incrementa constantemente debido a la pérdida de los inmuebles en que habitan.
El abastecimiento de agua potable es insuficiente en la ciudad, aparte de por la sequía, por la falta de mantenimientos y de inversiones en las fuentes de abasto y en las redes de distribución, lo que hace que se pierdan miles de litros del escaso líquido por los múltiples salideros.
La situación de la red de alcantarillado no es mejor: sin mantenimientos ni inversiones, es incapaz de evacuar las aguas albañales ni las acumuladas en época de lluvia, produciéndose, en el primer caso, la salida de aguas pútridas a calles, aceras y lugares públicos y, en el segundo, grandes inundaciones en diferentes zonas de la ciudad.
Las calles y aceras se encuentran en mal estado, tanto para el tránsito vehicular como peatonal, y el transporte público es escaso y caótico, no cubriendo las necesidades de la población.
La ciudad, sucia y antihigiénica, padece de contaminación ambiental, siendo el sistema de recogida de desperdicios inadecuado: resulta natural encontrar en las esquinas y en otros espacios tanques recolectores desbordados, sin tapas y basura por doquier, la cual hasta permanece por varios días sin ser recogida. A esta situación contribuyen los vecinos, que hacen caso omiso de las regulaciones existentes para el manejo de los desperdicios y que, prácticamente, muy pocos cumplen, en una demostración de indisciplina social generalizada.
Los ruidos excesivos, los gritos estridentes, las palabras obscenas, la violencia callejera y el lenguaje marginal, acompañados de la falta de educación y de respeto, son habituales.
La agresión al arbolado y a las áreas verdes, comenzando por los organismos e instituciones gubernamentales, más la de muchos ciudadanos insensibles, ha convertido la ciudad en un hervidero poco oxigenado, principalmente en los meses de verano, con la excepción de algunas avenidas y paseos preferenciales.
A todo esto se suman el maltrato en los establecimientos estatales, la demora en la solución de trámites legales y de todo tipo, la corrupción, los robos y otros muchos males. El listado pudiera ser interminable pero, como botón de muestra, lo considero suficiente.
Es verdad que, en algunos espacios de La Habana Vieja y en otros de la ciudad, la labor de la Oficina del Historiador de la Ciudad y el trabajo de algunos pequeños empresarios privados, los denominados cuentapropistas, muestran logros importantes y merecen respeto, pero constituyen solo pinceladas de buen gusto y responsabilidad, en un mapa plagado de la desidia acumulada de las autoridades, y la falta de educación y de recursos económicos entre la mayoría de los ciudadanos.
Entre el 7 y el 11 de este mes se realizará la jornada de celebraciones que, según se ha anunciado, incluirá una gala artística, conferencias magistrales, una exposición de artes plásticas, desfile de comparsas y hasta un concierto por la Orquesta Aragón en la esquina de Prado y Neptuno, lugar célebre por la canción "La Engañadora". Constituye el circo, a falta de pan.
No me sorprendería que al develarse mañana la tarja, con la presencia de algunos de los principales responsables históricos y actuales del deterioro de La Habana, alguien proponga dedicar el hecho al "90 cumpleaños del líder histórico", algo que, por orden, se ha venido realizando en cada actividad celebrada durante todos los meses transcurridos de este año. Sin embargo, como soy optimista, y pienso que no todo está perdido, también espero que alguien, con suficiente responsabilidad y valentía, diga algunas palabras sobre todo lo que es necesario hacer para que la Ciudad de La Habana se merezca realmente el título de Ciudad Maravilla.