La producción de lácteos en la Isla se enfrenta a serias dificultades que van desde el envejecimiento y falta de mantenimiento en la industria, obsolescencia tecnológica, déficit en el acopio y distribución hasta la más elemental calidad de la materia prima fundamental (la leche fresca), reconocieron autoridades del sector.
En un extenso artículo publicado este viernes por Granma, el diario oficial reconoce que aunque la industria láctea lograra cumplir, con precisión milimétrica, los niveles productivos contemplados en sus planes, ni siquiera ello garantizaría la satisfacción de las necesidades en disímiles surtidos.
Admite en este sentido que la demanda dista sobremanera tanto de la planificación como de la disponibilidad de las capacidades fabriles en una industria envejecida y problemas acumulados, ya irreversibles, por no haber sido solucionados a tiempo.
Iván Carranza Ojeda, jefe del Grupo Lácteo del estatal Grupo Empresarial de la Industria Alimentaria (GEIA), dijo al periódico que existen limitaciones derivadas de la obsolescencia tecnológica, sobre todo en los deficientes sistemas de frío y vapor, así como deterioro y déficit de los medios de transporte para el acopio y la distribución, así como en las dificultades relacionadas con la calidad de la leche fresca.
"Son insuficientes —manifestó—, las capacidades de envase en cantidad y surtidos, y resultan bajos los niveles de automatización y control informático de los procesos".
Además carecen de mecanismos de formación y capacitación del personal especializado y admitió un detrimento de las condiciones higiénico sanitarias de muchas unidades.
Argumentó en este sentido que puede deberse a la poca exigencia de los jefes, la pérdida de la disciplina laboral de algunos trabajadores, a las afectaciones de la infraestructura civil que dañan sensiblemente la calidad y ponen en riesgo la inocuidad de los alimentos. A ello se une la falta de medios de laboratorio para examinar las materias primas y los productos terminados.
Juan Carlos Domínguez Márquez, director de la División Agroalimentaria del GEIA, dijo que ante tal panorama está realizando "un programa de recuperación de capacidades de la industria láctea, el cual se extiende hasta el 2020, encaminado, en primer lugar, al mantenimiento constructivo con el propósito de asegurar las condiciones higiénico sanitarias y de inocuidad".
Posteriormente, y de manera paulatina, las inversiones estarán encaminadas a la sustitución de líneas tecnológicas y máquinas independientes, equipos de refrigeración, sistemas de generación de vapor y medios de transporte, según Granma.
Aseguró que para la concepción de un cronograma racional se tuvieron en cuenta, entre otros aspectos, la localización de las instalaciones y sus capacidades actuales, la ubicación de las mayores potencialidades lecheras, y las posibilidades de minimizar los traslados de leche entre provincias.
"Camagüey, Villa Clara, Sancti Spíritus y Matanzas son los territorios de más alto acopio de leche, y es ahí donde están priorizándose los trabajos, pues el programa resulta coherente con la proyección de desarrollo de la ganadería", acotó.
En opinión del funcionario, las mayores problemáticas están concentradas en las líneas de helado y yogurt de soya del complejo de La Habana y en sus homólogos de Santiago de Cuba y Cienfuegos.
Sobre el Combinado Lácteo santiaguero, con más de 40 años de explotación, las autoridades esperan la recuperación que concibe revierta la obsolescencia tecnológica y del transporte, que a duras penas asegura las producciones básicas normadas y limitados renglones vendidos de manera liberada a la población.
La mayor afectación se aprecia en el que por su volumen y alcance podría considerarse el producto fundamental: el yogurt de soya, destinado a niños entre los 7 y 13 años, la merienda escolar y otros destinos sociales.
Jorge Félix Perodín Carralero, director de la Empresa de Productos Lácteos en la provincia, informó que el pasado año fue incumplido el encargo estatal en alrededor de 5.000 toneladas de yogurt de ese tipo, y de un plan para el 2016 ascendente a 17.000, la instancia nacional lo redujo a 11.700.
El sustancial decrecimiento obedece principalmente a problemas acumulados en el bloque energético. En la unidad estatal solo funciona uno de los tres bancos de agua helada existentes, una seria afectación en el sistema de enfriamiento que incide también negativamente en la fabricación del yogurt natural, los quesos, queso crema y otros renglones.
El Complejo Lácteo de La Habana, según su director Modesto Pérez Cabrera, está en situación similar y dice que "hablar de estabilidad hoy es casi una quimera".
Explicó que está prevista la llegada en junio de dos calderas nuevas, cuyo montaje se extendería hasta septiembre, fecha establecida para retomar sus compromisos productivos habituales, sobre todo en materia de yogurt de soya, pues este es el renglón más afectado hoy día.
Dijo que pese a los contratiempos, producciones fundamentales como los quesos, la leche en polvo, la mezcla para batido y el yogurt natural muestran sobrecumplimientos al cierre de abril. Sin embargo, aún está muy lejos de la demanda desproporcional con respecto a los planes.
Solo los volúmenes correspondientes al helado y al yogurt de soya marchan por debajo de lo previsto, con acumulados que rondan el 78 y 84 %, respectivamente.
Según un gráfico publicado por el artículo de Granma, la industria láctea en la Isla está formada por 16 empresas estatales distribuidas en todas las provincias, excepto en La Habana que cuenta con dos empresas lácteas productoras y la Empresa Aseguradora de Materias Primas e Insumos.
El salario promedio que pagó el Estado en el 2015 a los trabajadores de este sector fue de 741 pesos (unos 29 dólares aproximadamente). El más alto para los obreros de la empresa de Las Tunas y el más bajo para los de la Río Zaza con apenas 372 pesos.