Un lector de este diario, al comentar el artículo "¿Diferencia de concepciones acerca de los derechos humanos?", planteó que le gustaría leer algo sobre la historia de cómo desapareció la democracia en Cuba. En respuesta a esa petición, Roberto Álvarez Quiñones escribió "Del sepelio de la democracia", al cual añado el presente artículo.
El concepto de democracia
Aunque el término etimológicamente significa poder del pueblo, la existencia y funcionamiento de la democracia requieren, entre otros, de los siguientes instrumentos, derechos y libertades:
- el sufragio, para designar a sus representantes
- la igualdad ante la ley, para competir por los cargos.
- el referendo, para rechazar o aprobar las disposiciones del Gobierno.
- el plebiscito, para aprobar o desaprobar normas como las leyes.
- la iniciativa popular, para presentar proposiciones sobre temas de interés ciudadano.
- la revocatoria, para anular, mediante el voto, decisiones del Gobierno y destituir funcionarios.
- los jurados, para colaborar con el poder judicial.
- la separación de poderes, para evitar su concentración en una o varias personas.
- el multipartidismo, para poder optar entre diversas opciones y candidatos.
Para que esos instrumentos sean efectivos, el pueblo tiene que gozar de las libertades de opinión, expresión, reunión y asociación. Las mismas sirven de fundamento a los derechos políticos, económicos, sociales, culturales, ambientales y de información. Esos requerimientos, refrendados constitucionalmente, conforman la base del Estado de derecho que permite al pueblo ser agente activo del poder.
Antecedentes
Los gérmenes de la democracia en Cuba se esbozaron en la Constitución de Guáimaro; tomaron cuerpo con las libertades de prensa, de asociación y de reunión contenidas en el primer artículo del Pacto del Zanjón; y fueron ampliadas en la Constitución de 1901, la cual añadió instrumentos claves como el hábeas corpus y la separación de poderes.
Luchas obreras, antiraciales, estudiantiles, campesinas, femeninas y políticas, escenificadas por el asociacionismo, lograron conquistas como la jornada de ocho horas, la autonomía universitaria, el voto femenino, el derrocamiento del Gobierno de Gerardo Machado, la Asamblea Constituyente de 1939 y la Constitución de 1940.
Esta última, en su artículo 37 legalizó la formación y existencia de organizaciones políticas contrarias al régimen de gobierno representativo; en el artículo 40 legitimó la resistencia para la protección de los derechos individuales (esgrimido por Fidel Castro durante el juicio del Moncada); el 87 reconoció la legitimidad de la propiedad privada en su más amplio concepto de función social; y el 97 instituyó el "sufragio universal, igualitario y secreto" a partir del cual la mujer cubana pudo ejercer el derecho al voto.
Con esa base democrática, el pueblo eligió para presidentes a Fulgencio Batista Zaldívar en 1940, a Ramón Grau San Martín en 1944 y a Carlos Prío Socarrás en 1948. Sin embargo, el aumento del costo de la vida, junto a la corrupción político-administrativa y el crecimiento del pandillerismo durante los gobiernos auténticos, crearon la ingobernabilidad que condujo al golpe militar que interrumpió el orden constitucional en marzo de 1952.
Entre las múltiples respuestas a ese golpe, sobresalieron dos: la primera, encabezada por Fidel Castro, se hizo pública el 26 de julio de 1953 con el asalto al cuartel Moncada; la segunda, tomó cuerpo en enero de 1954 con el Movimiento de Resistencia Cívica encabezado por José Miró Cardona.
Para legitimarse, Batista convocó a "elecciones" en 1954, en las que fue ratificado como presidente. En febrero de 1955, al tomar posesión, restableció la Constitución de 1940 y otorgó amnistía a los prisioneros políticos, entre ellos a los asaltantes del Moncada.
Durante la lucha contra la dictadura batistiana, Frank País García, jefe de Acción y Sabotaje del M-26-7, le propuso a Fidel Castro conformar un gobierno provisional con participación de figuras del Movimiento de Resistencia Cívica. Con ese fin se celebró una reunión en la Sierra Maestra en julio de 1957 con Raúl Chibás, presidente del Partido Ortodoxo y Felipe Pazos, expresidente del Banco Nacional de Cuba, en la que se suscribió el "Manifiesto al Pueblo de Cuba".
Tres meses después, Felipe Pazos y los miembros del M-26-7 Léster Rodríguez y Jorge Sotús, en reunión con asociaciones cívicas del exilio suscribieron el "Pacto de Miami", en el que señalaba "la forma en que se debía conducir la Revolución, y el programa político que se pondría en práctica después del triunfo".
La dirección del M-26-7, que no aceptó el Pacto, dio las siguientes respuestas:
- En carta del 14 de diciembre de 1957 Fidel Castro comunicó a los firmantes que lo importante "no era la unidad en sí, sino la base sobre la cual se sustentaba esa unidad".
- El 3 de mayo de 1958, en Alto de Mompié, Sierra Maestra, se acordó aplicar una política de mando único centralizada para la cual Fidel fue nombrado secretario general del Ejecutivo del M-26-7 y comandante en jefe de todas las fuerzas revolucionarias.
- El 20 de julio de 1958 convocó una reunión en Venezuela con representantes de varias organizaciones en el exilio, donde se creó el Frente Cívico Revolucionario "Pacto de Caracas".
- Y el 11 de agosto de 1958, en Miami, se designó a José Miró Cardona como coordinador del Frente Cívico Revolucionario y se aprobó la candidatura de Manuel Urrutia Lleó para presidente provisional de Cuba.
Después del triunfo revolucionario
El 1 de enero de 1959, al triunfar las fuerzas rebeldes, Manuel Urrutia asumió la presidencia. Al día siguiente, violando la Constitución de 1940 —que establecía que el presidente de la República era el jefe supremo de las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire— declinó esa jefatura a favor de Fidel Castro. El 3 de enero se conformó el gabinete gubernamental integrado por reformistas, conservadores y revolucionarios, y José Miró Cardona ocupó el cargo de primer ministro.
La revolución, convertida en fuente de derecho, el 7 de febrero sustituyó la Constitución de 1940 por la Ley Fundamental del Estado Cubano, que confirió al primer ministro las facultades del presidente, sin necesidad de ser electo y al recién creado Consejo de Ministros las funciones del Congreso, sin división de poderes. El 13 de febrero José Miró Cardona renunció y el 16 de ese mismo mes Fidel Castro ocupó el cargo de primer ministro.
Los mandatos de gobernadores, alcaldes y concejales fueron extinguidos, los órganos judiciales disueltos, los magistrados y jueces separados de sus cargos y la división de poderes eliminada y los miembros del primer gabinete procedentes del Movimiento Cívico fueron sustituidos en sus cargos.
Las contradicciones entre Manuel Urrutia —enemigo del comunismo— y Fidel Castro se agudizaron en los primeros meses hasta que, el 17 de julio de 1959, Fidel renunció al cargo, lo cual forzó a la renuncia del presidente y el regreso de Fidel como primer ministro.
Desaparecidos los partidos tradicionales, el Directorio Revolucionario 13 de Marzo, el Partido Socialista Popular y el M-26-7 conformaron en 1962 las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), cuya dirección, después de destituir a Aníbal Escalante, fue asumida por Fidel Castro. En enero de 1963 las ORI se convirtieron en el Partido Unido de la Revolución Socialista, del cual surgió en 1965 el actual Partido Comunista de Cuba (PCC). A partir de ese momento, los cargos de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, jefe de Gobierno y secretario del único partido quedaron concentrados en una sola persona. La promesa de celebrar elecciones se convirtió en la consigna "¿Elecciones para qué?", y la democracia recibió el tiro de gracia.
El 22 de enero de 1959 la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) fue sustituida por la CTC-Revolucionaria. La diversidad de asociaciones juveniles, femeninas, campesinas y de empleadores, se redujeron a la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP). El resto desapareció y se crearon otras subordinadas al PCC.
La autonomía universitaria, refrendada en el artículo 53 de la Constitución de 1940, dejó de existir. La prensa escrita, radial y televisiva, la enorme red de cines, la producción editorial y las instituciones culturales pasaron bajo el control del PCC. La sociedad cubana quedó huérfana de asociaciones autónomas y espacios cívicos, y acotada por el discurso de Fidel Castro en junio de 1961: "Dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada". De forma paralela, la propiedad sobre los medios de producción se fue concentrando en manos del Estado hasta el golpe final con la Ofensiva Revolucionaria de 1968.
Como los conflictos entre Estados tienden a desmovilizar los conflictos al interior de los Estados, la confrontación con Estados Unidos facilitó el desarme de la democracia, pero no fue su causa, pues el desmontaje comenzó antes de la ruptura de las relaciones diplomáticas.
La forma en que se produjo la desaparición de la democracia en Cuba demuestra que a pesar de los avances obtenidos hasta 1952-1959, la formación cívica de los cubanos no llegó a alcanzar el grado de madurez necesario para impedir la pérdida de la democracia. Una enseñanza dura y dolorosa, que indica la importancia que revisten instrumentos, derechos y libertades que permiten al pueblo ser agente activo del poder.