Cuba está en la mira pública después de la histórica visita del presidente estadounidense Barack Obama y del concierto gratuito que ofreciera la banda inglesa The Rolling Stones, artistas que fueron condenados al ostracismo cultural en décadas anteriores. Dos hechos insólitos, pero reales.
Ahora se auguran cambios de toda índole: se ha anunciado un desfile de moda de la casa Chanel, en La Habana, con la colección anual Cruise, de Karl Lagerfeld; y los diseñadores cubanos preparan la Feria Internacional "Cuba es moda". Estos eventos sucederán entre mayo y junio.
Pero hablar de moda en Cuba produce risa, confusión… En un país donde no existen opciones para los de poco bolsillo, con los precios más que triplicados en las tiendas, de prendas de ropa que no reúnen la calidad necesaria, aparte de ser la mayoría de ellas poco apropiadas para el calor del trópico, por ser de telas como el poliéster y el nylon.
Se podría decir que la ropa que venden las tiendas cubanas tiene, al menos, 10 años de atraso en la moda. Una simple blusa, sin mangas, puede costar entre 12 y 15 CUC, y unos simples jeans más de 20 CUC. Precios abusivos, en un país que todavía tiene doble moneda, donde el salario mínimo es de 200 CUP.
En un centro comercial como La Puntilla, el departamento de calzado tiene anaqueles repletos de horrendos zapatos que nadie compra. Calzado en serie de la peor calidad. Este fenómeno es común en muchos centros comerciales, con mercancía que tendrá un destino final (después que se pudra): la merma. Dinero botado por un comprador empresarial que hizo el gran negocio al comprar al por mayor lo más barato, y se echó en los bolsillos una jugosa comisión.
Las tiendas particulares, de igual modo, no son factibles, por sus altos precios. Y el requisito que impone el Estado es que la factura de sus artículos debe ser artesanal. Aunque por debajo del telón ofrecen a los clientes mercancía importada, comprada al por mayor por cubanos negociantes que viajan a Ecuador y Panamá.
De qué moda puede hablarse entonces en Cuba, si no hay una industria ligera que elabore diseños modernos, que luego se comercialicen en las tiendas.
Hay boutiques en hoteles, con ropa y calzado de marca a la moda, pero ¿quién compra allí? Respuesta simple: personas de solvencia económica, y los que se dedican al mercado del cuerpo: jineteras y pingueros de lujo.
Las personas pobres tienen que sustraerse de estar a la moda, y no les queda otra opción que ir a tiendas de ropa reciclada para comprar esperpentos, antiguallas, muchas veces raídas y con manchas, porque se sabe que es la sobra. Las pacas que entran en el país ya son saqueadas antes de llegar a los establecimientos, y luego las empleadas se encargan de separar las mejores piezas. Así que lo queda para los miserables es la sobra de las sobras.