Está muy difundido en el mundo el criterio de que la medicina en Cuba es gratis. Muchos carteles aquí hablan de la medicina gratis y se le quiere hacer creer a la gente, al trabajador, al ama de casa y al jubilado, que la medicina en Cuba no le cuesta nada al paciente: no es cierto.
Es verdad que en Cuba la mayor parte de la medicina está subsidiada por el presupuesto del Estado. Pero ese presupuesto no se inventa, ni se saca de un sombrero con varita mágica. Los recursos para ese subsidio tienen fuentes. Puede haber otras, pero estas son las principales:
- La apropiación de las dos terceras partes y más de los emolumentos de los profesionales de la medicina que ejercen noblemente el internacionalismo en otros países.
- Los bajos salarios que paga a trabajadores del sector de la medicina y del resto de los sectores del país que trabajan para el Estado por salarios miserables en pesitos cubanos.
- Los altos precios y seguros por servicios médicos que cobra el Estado a los extranjeros y cubanos residentes fuera del país.
- Los ingresos enormes que recibe el Estado de la venta de productos médicos cubanos de reconocida calidad internacional a altos precios en el mercado mundial, fabricados algunos con sangre de los donantes voluntarios y por investigadores y trabajadores que reciben migajas como salarios.
- Las ganancias sustanciales que obtiene el Estado de la venta de medicamentos, tanto en moneda nacional como en sus farmacias especiales en divisas.
Además, como consecuencia de los bajos salarios a los profesionales y trabajadores de la medicina, la práctica ha creado formas de pago no visibles, que se han convertido en costumbres, no como pago, sino como agradecimiento, que muchos pacientes, de alguna manera ofrecen como regalo a los galenos en especie o servicios, en ocasiones dinero. Y aunque la ética que se inculca a los médicos les impide recibirlos, la ética de la civilidad y la que impone la realidad los obliga a aceptarlos.
Por tanto, no es cierto que la medicina cubana sea gratis. La pagan los trabajadores y pacientes cubanos con su sudor y su sangre.
Pero además hay en Cuba una medicina pública para el pueblo y otra privilegiada para burócratas, pudientes y extranjeros.
La pública, que se ofrece normalmente por el Estado al pueblo en consultorios de la familia, policlínicos y hospitales, con profesionales talentosos y dedicados, pero con servicios de relativa calidad según las condiciones de las instalaciones y de los medios técnicos que, en no pocas ocasiones, hacen esperar muchas horas a los pacientes, recibir turnos de especialistas para meses después y resultados de análisis que a veces sirven para enseñarlos a la hora de la autopsia.
Y otro servicio médico especial de alta calidad y prontitud para privilegiados, que se ofrece en clínicas y hospitales especiales para la burocracia político-militar y los extranjeros en el Hospital Cira García, el Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas, las clínicas especiales del MININT y algunos pisos del Hospital Nacional Hermanos Amejeiras. Existen importantes centros de investigaciones especializados que también son priorizados para burócratas de alto nivel y extranjeros.
Esa diferencia entre un servicio público mediocre y una medicina de alta calidad que no está al alcance de todos, se pone de manifiesto también en la existencia de dos tipos de farmacias, las farmacias en moneda nacional donde los medicamentos se pagan en pesos cubanos que, para obtenerlos, precisan de una receta médica y no siempre están en existencia; y las farmacias donde los medicamentos se venden en CUC (25 pesos por un CUC). En estas últimas existen miles de medicinas y medicamentos que no están disponibles en las farmacias en moneda nacional y a ellas no tienen acceso las personas que no tengan acceso abundante al CUC.
No existen informaciones precisas al respecto, pero es lógico pensar que en estas circunstancias, dadas esas diferencias y los bajos salarios que devengan los galenos en Cuba, algunos profesionales de la medicina utilicen medios y recursos del Estado para prestar servicios especializados prioritarios, altamente pagados, a personas con amplio acceso a la divisa.
En consecuencia, en Cuba la medicina está afectada y padece las mismas consecuencias que el resto del modelo económico social estadocéntrico implantado en Cuba en nombre del socialismo. En consecuencia, la medicina no está socializada, como se dice, sino estatizada, pues el Estado es el encargado de todo lo relacionado con los servicios médicos. Mientras que la socialización implicaría que la medicina estuviera en manos de los ciudadanos y sus asociaciones.
Por tanto, Cuba necesita un cambio en el sistema médico, que socialice la medicina (como mismo debe ocurrir con el sistema socio-económico y político del país-) para elevarla a planos superiores y garantizarla a todos. Ello implicaría una amplia reforma del actual sistema en muchos aspectos, entre ellos: modificar las fuentes de ingreso al presupuesto médico; establecer un impuesto-seguro médico para todos los ciudadanos; municipalizar el control de ingresos, costos y gastos de la medicina pública; conceder autonomía administrativa y financiera a los hospitales y centro de salud y pago a los profesionales del sector por servicios prestado, no salarios fijos.
Además, posibilitar abiertamente el ejercicio de la medicina privada, paralelamente a la pública y luego de que los profesionales cumplan con ella; permitir el renacimiento de clínicas mutuales; establecimiento de una sola moneda; alguna forma para garantizar medicina plena de alta calidad para la tercera edad; la libertad de importar todo tipo de equipamiento médico y otros.
Una medicina privada de asistencia primaria unida a un sistema de clínicas mutuales (asociadas), presionaría, y a la inversa, sobre el sistema público en busca de una mejor calidad del servicio en todos los sentidos.