El indetenible éxodo de los cubanos ha devenido en crisis una vez más. Mientras miles de compatriotas se encuentran atascados en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua, el Gobierno de Cuba opta por evadir la causa principal.
En los últimos meses miles de cubanos han estado transitando por América Central rumbo a Estados Unidos. El pasado 15 de noviembre las autoridades nicaragüenses les cerraron el paso. El 17 de noviembre el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba declaró que esos cubanos son "víctimas de la politización del tema migratorio por parte del Gobierno de los Estados Unidos, de la Ley de Ajuste Cubano y, en particular, de la aplicación de la llamada política de 'pies secos-pies mojados'". El 24 de noviembre se reunieron los cancilleres de las naciones que forman el Sistema de Integración Centroamericana para buscar una solución regional a la crisis. Y el 26 de noviembre el Gobierno de Ecuador tomó la decisión de exigir visa a los cubanos a partir del 1 de diciembre.
La emigración humana es un reacomodo geográfico que ocurre cuando las condiciones naturales o sociales de un lugar impiden la satisfacción de las necesidades de los habitantes y/o amenazan sus vidas. Los emigrados marchan del lugar donde las cosas están mal hacia los lugares donde están mejor. Por eso miles y miles de refugiados están arribando a Europa sin que ningún país de esa región tenga una ley de Ajuste.
Como demuestran las estadísticas, a lo largo de su historia Cuba fue un país de inmigrantes. Baste recordar que entre 1910 y 1925 la Isla absorbió la tercera parte de los emigrantes de España hacia América y en 1902 ingresaron 11.986 inmigrantes, mientras que en 1920 la cifra ascendió a 174.221.
El éxodo permanente comenzó en 1959 mediante el desvío de naves marítimas o aéreas, en trenes de aterrizaje de aviones, irrumpiendo abruptamente en sedes diplomáticas y desertando de cualquier misión en el exterior. Primero los cubanos de tez blanca, después de todos los colores, adultos, ancianos, niños y jóvenes. Se trata pues, de un proceso sostenido antes y después del embargo (1961), antes y después de la Ley de Ajuste (1966), antes y después de las tímidas y parciales reformas emprendidas por el gobierno de Raúl Castro (2008), y antes y después del restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos (2015). Un éxodo que asumió momentos críticos con la Operación Peter Pan, con las salidas por los puertos de Camarioca y del Mariel y por la Base Naval de Guantánamo.
Su prolongada duración, la diversidad sociológica de los emigrados, el daño causado y la cantidad que acechan la oportunidad para hacerlo, constituyen razones suficientes para dejar atrás las infructuosas evasiones y enfrentar de una vez las verdaderas causas, entre otras: la insuficiencia de los salarios, la prohibición de ser empresarios en su propio país y de contratarse directamente a empresas extranjeras, el pésimo estado del transporte, la insostenible situación de la vivienda, las múltiples trabas a los productores del campo y la ausencia de derechos cívicos, políticos y económicos.
Desde 1959 el Gobierno estableció mecanismos para el control de los cubanos que decidían marcharse. En 1961, tras el exilio de varios miembros del Gobierno y del Movimiento 26 de julio —entre ellos el presidente Manuel Urrutia— se implantó el famoso "permiso de salida" y se reguló el tiempo de estancia que los cubanos podían permanecer en el exterior. En ese mismo año se promulgó la Ley 989 que reglamentó "las medidas a tomar sobre los muebles o inmuebles, o de cualquier otra clase de valor, etc., a quienes abandonan con imperdonable desdén el territorio nacional". De forma paralela, se tildó a los oponentes de traidores a la patria y a la nación, de escorias, antisociales, y se utilizó la emigración para lanzar fuera a los descontentos. Todavía hoy, las autoridades no aceptan que ningún cubano, a pesar del alto nivel de instrucción adquirido, pueda tener una idea diferente en materia política, económica o cultural.
Por Camarioca, entre los 2.979 que salieron en barcos y los que salieron hasta abril de 1973 por vía aérea, se fueron 260.000 cubanos. Por el puerto de Mariel en 1980, abandonaron el país 125.000. Por la Base Naval de Guantánamo en 1994 salieron aproximadamente otros 33.000. Durante esas tres oleadas masivas ocurrió un número indeterminado de tragedias. Baste mencionar el caso del Remolcador 13 de Marzo, que el 13 de julio de 1994, con 72 personas a bordo y a siete millas de la bahía de La Habana, fue embestido y hundido por otros remolcadores, con un saldo de 41 muertos, entre ellos diez menores de edad.
Lo anterior es una prueba irrebatible de que, con independencia de cualquier factor externo, la causa fundamental radica en la inviabilidad del modelo económico y la falta de libertades ciudadanas, por lo cual, ninguna de las medidas dictadas desde 1959 a hoy ha podido detener el flujo permanente de cubanos hacia otras partes del mundo. Ese cuadro ha hecho de la diáspora un proceso sostenido en el tiempo por cuantas vías ha concebido la imaginación y desesperación de los cubanos.
Además de la pérdida de vidas humanas, de las separaciones familiares y de las múltiples tragedias registradas, dos de los efectos colaterales del éxodo permanente son: 1- El decrecimiento y envejecimiento de la población al ritmo de los países desarrollados pero sin economía para su sostenimiento; y 2- la descapitalización de profesionales (graduados universitarios, técnicos medios y obreros calificados) que ha sido una de las ventajas comparativas de Cuba con relación al resto de los países de la región. Entre 1931 y 1940 emigraron a Estados Unidos 9.571 cubanos; entre 1941 y 1950, 26.313 y entre 1961 y 1970, 208.536. Según el Censo de Población de ese país, en el año 2010 había 1.213.418 cubanos residentes en la Florida, lo que representa un incremento del 45,6% respecto a los datos del Censo del año 2000.
La solución de la crisis migratoria es imposible sin la solución de la crisis estructural en que estamos inmersos, para lo cual se requiere de una fuerte dosis de voluntad política, hasta ahora ausente.
Las múltiples medidas tomadas por el Gobierno de Cuba desde 1959; la solución regional que pueda brindar el Sistema de Integración Centroamericana sobre los cubanos estancados entre Costa Rica y Nicaragua; la decisión de Ecuador de exigir visa a los cubanos para detener el flujo migratorio; y las acusaciones contra Estados Unidos; apuntan contra los efectos pero siguen en falta las medidas sobre las causas, que son internas y estructurales, por lo cual el éxodo ha continuado y continuará su ritmo.
El cierre de la salida por Ecuador, una de las medidas sobre los efectos, se reflejará en salidas ilegales por cualquier otra vía, incluyendo el regreso a las frágiles embarcaciones marítimas. La única solución es atacar las causas y esto implica desmontar el modelo que genera el éxodo masivo y permanente.