Aquellas personas que aún piensan que en nuestro país no hay estratos sociales, deberían ver la serie televisiva del canal Discovery en Español titulada Cuban Chrome.
Este programa por capítulos fue filmado completamente en la Isla, y se autodefine como la primera serie americana que ha podido hacerlo.
Está basado en autos viejos, que aunque estancados en el pasado, aún circulan por todo el país, en particular por la capital; y los protagonistas son sus dueños.
Un grupo bastante numeroso de personas que poseen estos carros, están afiliados al Club Automovilístico "A Lo Cubano", que al parecer es una especie de grupo que controla la posibilidad de que los que se dedican al negocio del taxi lo puedan hacer con turistas extranjeros.
En estos momentos, la mayoría de ellos está a la espera de los paquetes de visitantes norteamericanos, a los que sin dudas atraerán estos viejos autos que son reliquias rodantes, de marcas muy conocidas: Chevrolet, Oldsmobile, Ford, Buick, Dodge, Pontiac, Plymouth, Chrysler, etc.
Durante los capítulos que se han exhibido, se muestra el interés de varias personas en terminar de arreglar sus autos para poderlos inscribir en el Club, oportunidad que solo tienen una vez al año y con una fecha tope, lo que da derecho a participar en la ceremonia de iniciación.
Los personajes en su mayoría hablan inglés, y de esa forma relatan las historias. Otra parte es hablada entre ellos en español. Algunas escenas se desarrollan en el municipio Cotorro. Como es natural, la obtención de piezas de repuesto, e incluso de herramientas adecuadas, es algo trabajoso y está vinculada al ingenio innovador del cubano, aunque mantener rodando los carros es un lujo, dado el precio que alcanza cualquiera de estos medios que necesite el dueño comprar.
Por ejemplo, un motor fue adquirido por 1.500 CUC (peso cubano convertible), algo que un trabajador promedio en Cuba no podría ganar ni en 5 años. Los pistones originales de un auto cuestan 300 CUC, y una barra de transmisión —que tendría el interesado que reparar—, 100 CUC. Todo se muestra como un comercio lícito, porque a pesar de que los vendedores tienen talleres y almacenan estos medios, se supone que los comercializan como cosas personales.
Uno de los capítulos revela cómo en una ocasión dos de los miembros del Club se trasladan con sus respectivas esposas hasta la playa de Varadero, en la provincia de Matanzas, para comprar piezas de repuesto, en un auto convertible en óptimas condiciones mecánicas. Ahí queda dicho que el vendedor, al que fueron a ver, es el único en Cuba que consigue cualquier parte o pieza que se le pida.
En algunos casos muestran el uso de materias primas, que sin lugar a dudas, son adquiridas en el mercado negro, como por ejemplo el gas argón y las varillas para soldar aluminio, así como los materiales para la tapicería de los carros. Y se habla de "salir a resolver", algo que los cubanos saben muy bien lo que significa.
También puede apreciarse cómo los miembros del Club llevan a cabo una competencia automovilística para librar obstáculos en una zona dentro del Cabaret Tropicana. En ningún momento se dice si el Club está inscrito en el Registro de Asociaciones y es una organización oficializada, aunque los que conocen cómo funcionan los mecanismos del régimen saben que no permitiría que existieran reuniones de personas sin fiscalización. Prueba de ello fue la infiltración de un agente de la Seguridad del Estado en la Logia Masónica, quien llegó a ser su Gran Maestro, tal como divulgó la televisión cubana.
Uno de los participantes de la serie se muestra preocupado durante el arreglo de su auto por tener que pasarlo por el "Somatón" (inspección oficial que se le hace a cada vehículo para garantizar que pueda rodar sin peligro), no llega a completar el arreglo del sistema de frenos porque el mecánico le cobra 500 CUC para ajustar todos los pormenores y él no tiene en el momento esa cantidad de dinero, pero así y todo decide llevarlo al Somatón tal y como está.
Esto podría tener comentarios, pero todo el que ve la circulación de vehículos en el país y percibe las condiciones técnicas no óptimas de algunos de ellos, puede conjeturar lo poco exigente de esas pruebas.
El objetivo final del que se habla en la serie es el de transportar turistas —estadounidenses en particular— y no locales, ya que el turismo extranjero paga más.
Hay que destacar que este estrato social habla de cientos y miles de CUC en sus transacciones y muestra casas con condiciones que no son las del cubano promedio. Se puede constatar en ellas televisores de pantalla plana, equipos electrodomésticos, muebles modernos, aires acondicionados, y alguno de ellos es dueño de más de un auto.
Pero habría que indicar que no todos los que se dedican a alquilar y tienen su licencia para ello se desarrollan en un nivel de vida tan alto. Hay incluso subarrendatarios, en la mayoría muchachos jóvenes, que pagan a los dueños de carros una cantidad diaria por permitirles realizar el trabajo de "botear", que es como se denomina de forma popular al uso de los taxis de forma colectiva.
No se puede descontar que algunos también se ayudan a vivir alquilando sus autos como taxistas, pero de forma clandestina, casi todos sin licencia. En este grupo hay una cantidad considerable de oficiales —de alto rango— retirados de las Fuerzas Armadas (FAR) y el Ministerio del Interior (MININT), a los cuales no les alcanza la mesada y se favorecen con este trabajo "ilegal", pues durante su paso por esas instituciones militares, obtuvieron la posibilidad de adquirir un vehículo.
Existen incluso quienes rentan autos (taxis) al Estado y tienen que pagar altas sumas de impuestos e incluso cargar con el peso de arreglarlos, aunque nunca llegarán a ser suyos, por ser parte de cooperativas de transporte. Tales cooperativas se clasifican como cooperativas no agropecuarias, son un engendro del VI Congreso del Partido Comunista y, como forma de propiedad, es anticonstitucional, aunque ahora el régimen quiere darle algún viso legal diciendo que son experimentales.
Esta franja de la sociedad desconoce las penurias que pasa el cubano promedio y es un grupo que a la vez se subdivide en varios, ya que no todos los que se dedican al alquiler de autos alcanzan la misma cantidad de ingresos.
Por ejemplo, el alquiler de un auto americano viejo convertible para dar un recorrido turístico en La Habana vale, como mínimo, 30 CUC. Lo que implica que un taxista en menos de 2 horas podría tener un ingreso neto de 20 CUC, si descontamos sus gastos. Sin embargo, un médico gana 40 CUC trabajando todo un mes, con guardias al menos semanales de 24 horas, con difíciles condiciones para desarrollar sus diagnóstico e incluso —en la mayoría de los casos— con deficiente alimentación.
Aunque no son el único estrato social con tal solvencia, cubanos como los que aparecen en Cuban Chrome sí están muy definidos, y la población los distingue en sus diferentes comunidades por su alto nivel de vida. Solo hay que mirar alrededor para poder percibir estas capas que cada día se delimitan más y por sí mismas.