El conocido periodista de la televisión cubana Randy Alonso quiere recibir un servicio de calidad en las Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD).
El litro de aceite vegetal que compró recientemente en uno de los centros comerciales ubicados en el municipio Centro Habana, tuvo que llevárselo en la palma de la mano. Como de costumbre, no había jabas.
¿En qué nube vivía el director del sitio oficial Cubadebate y fundador de la Mesa Redonda, dos espacios conocidos por su defensa a ultranza del sistema político fundado por Fidel y Raúl Castro?
¿Ya se habrá enterado que la flauta de pan se lleva en los sobacos, de los malabarismos para trasladar los muslos de pollos congelados a mano limpia, de los sobres de especias en los bolsillos y los hombros como soporte para los artículos pesados?
Su molestia ante un problema que ha ido agudizándose y que se origina a partir del resquebrajamiento de los controles administrativos y laborales, pone de relieve su pertenencia a la clase política que vive de espaldas a la realidad.
Enterarse a estas alturas de algo tan integrado en el ambiente capitalino así lo confirma.
Las rabietas antiimperialistas de Randy y compañía, en la mayoría de sus intervenciones televisivas, merecen una sobredosis de burlas. Es ridículo que mientras se malgastan recursos en producir programas en defensa del modelo cubano y para desprestigiar a Estados Unidos, sea tan difícil ofrecer un servicio tan elemental.
Es penoso que detrás del imponente muro de éxitos que facturan los albañiles de la prensa y sus respectivos jefes de obra, nada más y nada menos que el periódico Granma, el órgano oficial del Partido Comunista, se haya convertido en el envoltorio por excelencia.
La importancia del diario de mayor circulación en la Isla se circunscribe a labores de ese tipo, sin dejar de mencionar las higiénico-sanitarias. Un baño sin ejemplares del Granma y Juventud Rebelde, es excepción de la regla en los hogares cubanos. Desde los inodoros son siempre visibles los pedazos de periódicos colgando de clavos oxidados.
Los embalajes de la basura, a falta de jabas, también suelen ser ejemplares de la prensa controlada por el Gobierno.
Randy descubre el agua tibia. Más que una atinada denuncia, su artículo resulta lamentable.
Al margen de las críticas, seguramente continuará salvaguardando los principios de un sistema que ha demostrado su inviabilidad económica, social y política.
En todo este entramado de desatinos lo de menos es la ausencia de jabas. Tras esas carencias se esconde un rosario de problemas mucho más graves.
La disfuncionalidad del Gobierno es crónica y sin mejorías a la vista, mientras no se desmonten las estructuras que han dado pie a que el relajo se haya institucionalizado.
El moderador de la Mesa Redonda se suma tarde a un reclamo de vieja data. De ahí la poca credibilidad de sus reproches.
Total, si va a seguir en la trinchera a la espera de la orden para lanzar otra andanada de diatribas contra Obama, Netanyahu, y todo lo que tenga que ver con Occidente.
No se debe olvidar que Fidel Castro fue quien lo puso en el proscenio de la revolución. Y desde entonces el libreto no ha variado, aunque Raúl Castro sea ahora quien manipule los hilos.
Lo de las jabitas fue un incidente de escasa importancia. Un gesto que pasará inadvertido entre la ventolera de la mediocridad y la anarquía.