Algo que los gobernantes latinoamericanos debieron tener en cuenta antes de acudir a la última Cumbre de la CELAC y darle un espaldarazo a la única dictadura militar del continente, fue que en materia política y social, Cuba es un funesto recordista internacional. De sus casi 112 años de república independiente, durante 73 de ellos ha estado sometida por tiranías. No hay ni siquiera un caso parecido en todo el hemisferio occidental.
Igualmente impresionante es la plusmarca impuesta por Fidel Castro, a quien varios de los presidentes presentes en la Cumbre de La Habana fueron a rendirle pleitesía. El achacoso comandante aparece ya como el dictador que más tiempo ha gobernado en toda la historia moderna: 52 años y tres meses (enero de 1959 a abril de 2011). Por si fuera poco, los cubanos tenemos otro record continental imbatible: hace 66 años que no elegimos a nuestro jefe de Estado.
Lo cierto es que durante dos terceras partes del tiempo transcurrido desde que Cuba dejó de ser colonia de España (406 años) y territorio ocupado por Estados Unidos (1898-1902), ha sufrido bajo las botas de cuatro dictadores: Gerardo Machado, Fulgencio Batista (dos períodos diferentes), Fidel y Raúl Castro.
De esas plagas, las tres primeras (18 años) fueron dictaduras "normales" —como las tantas habidas en Latinoamérica—, pero la cuarta ha sido un cataclismo socioeconómico y humano que devastó la sociedad. Algo único en las Américas.
En el otro tercio de vida republicana hubo ocho presidentes electos democráticamente, cinco de ellos antes de 1929, y tres entre 1940 y 1952. Los últimos comicios presidenciales tuvieron lugar en 1948.
'Chispazos' de democracia
Los períodos o "chispazos" de democracia en Cuba suman 36 años. Los otros tres años que completan los 112 corresponden a una intervención de Washington de 1906 a 1909. Gobernaron la Isla William Taft (más tarde presidente de EEUU), por unos días; y luego Charles Magoon, hasta enero de 1909, fecha en que entregó el poder a José Miguel Gómez, general de la Guerra de Independencia, electo Presidente en septiembre de 1908.
Después fueron electos Mario García Menocal (1913-1921), también general de la Guerra de Independencia, por los dos períodos consecutivos que permitía la Constitución de 1901; Alfredo Zayas (1921-1925); y otro general independentista, Gerardo Machado, en 1925.
En el gobierno constitucional de este último se realizaron importantes obras, incluyendo la Carretera Central (que con 1.139 kilómetros de largo sigue siendo hoy la única que une el occidente con el oriente del país), el Capitolio Nacional, acueductos y hospitales, mientras la economía avanzaba aceleradamente.
Machado
Pero al cumplir su mandato de cuatro años, en 1929, Machado se negó a entregar el poder y estableció la primera dictadura, caracterizada por la represión, el asesinato de opositores políticos y una gran corrupción, en medio de una profunda recesión derivada del desplome del precio del azúcar con motivo de la crisis económica internacional y la Gran Depresión en EEUU.
Ante la rebelión popular encabezada por sindicatos y organizaciones revolucionarias, y las presiones de Washington apoyadas por el general Alberto Herrera, jefe del Ejército, Machado huyó. El 12 de agosto de 1933, con el país paralizado por una huelga general iniciada una semana antes, el dictador viajó a Bahamas. Se dice que al subir al avión, expresó: "Después de mí, el caos".
Efectivamente, hubo un caos político y social —con saqueos y hasta linchamientos— de tres semanas, y el 4 de septiembre de 1933 el sargento Fulgencio Batista tomó el poder al frente de una sublevación de suboficiales a la que se unieron luego unos 100 oficiales del Ejército. Fue designada una pentarquía de gobierno que Batista, ya ascendido a coronel, no quiso integrar para ostentar el verdadero poder político como Jefe del Ejército. La presidencia colegiada duró seis días y el 10 de septiembre quedó como único Presidente uno de sus integrantes, Ramón Grau San Martín.
Batista
El gobierno de corte socialdemócrata y nacionalista de Grau duró 127 días. En enero de 1934, con el apoyo de EEUU, Batista forzó la renuncia de Grau. Comenzó la segunda dictadura cubana, aunque Batista era ya el "número uno" desde septiembre. Durante más de seis años el golpista de hecho dirigió el país, aunque las apariencias fueron cubiertas con el nombramiento o la elección de seis presidentes de la República (Carlos Hevia, Manuel Márquez Sterling, Carlos Mendieta, José A. Barnet, Miguel Mariano Gómez y Federico Laredo Bru), todos subordinados, de una manera u otra, al "hombre fuerte" de Columbia.
En 1940 Batista fue electo presidente democráticamente con una plataforma populista y el apoyo del Partido Unión Revolucionaria Comunista (luego llamado Partido Socialista Popular). Dos dirigentes comunistas, Juan Marinello y Carlos Rafael Rodríguez, fueron nombrados ministros sin cartera.
En 1944, Batista le entregó el poder a Grau, electo presidente, su enemigo político. Carlos Prío ganó las elecciones en 1948. Fue el último presidente legítimo de Cuba. El 10 de marzo de 1952, a tres meses de unas elecciones en las que el candidato Batista iba detrás en las encuestas, y nuevamente con el apoyo de Washington, este dio un golpe de Estado e inició su segunda dictadura —y tercera del país—, que duró seis años y nueve meses.
El día de Año Nuevo de 1959, acosado por una rebelión nacional, y ya sin el apoyo de EEUU —que le decretó un embargo de armas a su gobierno—, Batista abandonó el país. Tomó el poder Fidel Castro, jefe del Ejército Rebelde, quien lejos de convocar elecciones como había prometido desde la Sierra Maestra asumió todos los poderes públicos el 16 de febrero de 1959.
Aquel día de febrero fue equivalente al 18 de Brumario (9 de noviembre de 1799), el golpe de Estado de Napoleón Bonaparte que liquidó al Directorio, el gobierno de la Revolución Francesa. El Bonaparte caribeño estableció la cuarta dictadura militar cubana, que dura hasta hoy.
El diluvio castrista
El daño causado a Cuba y los cubanos por el régimen castrista semeja los efectos catastróficos de un diluvio bíblico letal. Por eso muchos en la Isla incluso "perdonan" a Machado y Batista, con el razonamiento de que los dos fueron sangrientos y represivos, pero no controlaron la vida de cada ciudadano, no empobrecieron al pueblo ni asfixiaron el desarrollo del país. Además, en derramamiento de sangre los Castro fueron más lejos que sus dos colegas.
Sumados los opositores políticos fusilados con los caídos en combate en África, Medio Oriente y Latinoamérica, y los miles de balseros devorados por tiburones o ahogados en el estrecho de la Florida, son decenas de miles las víctimas mortales del castrismo. Machado y Batista mataron y pisotearon los derechos humanos, pero no tocaron a la gallina de los huevos de oro que crea las riquezas en este mundo: el sector privado y la libertad económica de los ciudadanos. Y Cuba progresó.
Los Castro también matan y violan los derechos humanos, pero encima implantaron el comunismo, borraron del mapa al sector privado, expulsaron de la Isla el know how y el capital humano más capacitado, y han destruido el aparato productivo nacional. Para colmo, al retirarse por enfermedad, Fidel no convocó elecciones, sino que le entregó el poder a un hermano.
Continúa así el castrismo, que ha hecho miserable la vida de un pueblo que en 1958 tenía uno de los más altos niveles de vida en Latinoamérica y hoy es uno de los más pobres. No hay nación en Occidente que haya sufrido un desastre socioeconómico, político, tecnológico, humano, cultural, ético y antropológico, como Cuba en el último medio siglo.