Pese a que está prohibido en la mayor parte del mundo, el vendedor vietnamita que ofrecía un veneno contra las ratas contaminado con salmonela intentó demostrar que el producto es seguro: Abrió un paquete con unas tijeras sucias. Metió un dedo en una muestra de arroz y luego comió unos cuantos granos, reportó AP.
"Tiene un gusto un poco amargo, eso es todo", dijo Nong Minh Suu. Empero, decidió no tragar los granos de arroz y los escupió poco segundos después, antes de encender un cigarrillo. "Cuando lo coman las ratas, el 100% morirán. Es absolutamente seguro para los seres humanos", dijo.
El veneno contra las ratas va generalmente acompañado de advertencias contra el consumo humano y con indicaciones médicas de qué hacer en caso de su ingestión accidental. Pero no el Biorat, una sustancia producida en Vietnam por una empresa propiedad de La Habana que gana divisas para el régimen de Castro.
La empresa sostiene que la cepa de salmonela que incluye es "inocua" para todos —seres humanos, el medio ambiente, animales domésticos y otras especies—, salvo las ratas. Sin embargo, la afirmación es negada por el Centro para el Control y Prevención de las Enfermedades, un organismo federal del gobierno estadounidense, y otras organizaciones internacionales, entre ellas la Organización Mundial de la Salud.
La producción y venta de Biorat en Vietnam es un legado de las estrechas relaciones entre las dos naciones comunistas. Con una instalación fabril en este país, la empresa cubana Labiofam puede importar ingredientes sin obstáculos, burlando el embargo comercial estadounidense.
Es además una base para penetrar en nuevos mercados en el sudeste de Asia. La empresa instala ahora un sistema automático de producción en su planta de Vietnam para servir a la región, donde la demanda por el veneno contra las ratas crece a medida que aumenta la población de esos roedores, que consumen por lo menos el 15% de la producción anual de arroz de la región.
La mayor parte de las 2.000 toneladas producidas anualmente por la fábrica es enviada a Angola, el primer mercado de Biorat. La empresa se negó a declarar sus ingresos globales.